Para nuestro conocido Nietzsche de las odiadas clases de filosofía en la universidad, ese sentimiento malsano de sentir placer en el dolor ajeno era “el máximo exponente del resentimiento”. Visto así, hasta lo entiendo, pues sería una especie de venganza “divina” contra alguien que nos ha hecho algo malo o que pensamos se lo merece.
Pero, el filósofo Titus Lucretius Carus (vaya nombre el de este tío vamos…) dijo: “Es grato, cuando en alta mar turban las aguas los vientos, contemplar desde la tierra los grandes trabajos de otros; no porque el tormento del prójimo sea un gozoso placer; sino porque ver males de que se está exento es grato”. Ya aquí no hablamos de resentimiento o venganza oculta, sino de sentir un cierto alivio (traducido en un cierto placer) de no estar en el lugar de otros que son desdichados…. Esta teoría no la entiendo, o mejor dicho, la entiendo pero no la comparto… es patético pensar que alguien que no tiene zapatos que ponerse sienta alivio o placer al ver a uno que no tiene piernas, solo por el hecho de “descubrir” en ese momento que aún se puede estar peor.
Al final el sentimiento de shaudenfreude puede no ser tan sádicamente exagerado, puede manifestarse en simples hechos de la cotidianidad como reírse de una persona que tropieza y se cae de una forma aparatosa, o de cuando (siempre interiormente) nos alegramos de que el empollón de la clase suspenda una materia o cuando suspiramos de alegría al enterarnos que el mejor jugador del equipo contrario está lesionado. Este tipo shaudenfreude lo clasificaría incluso como naif y creo, ya que todos los santos ya están en el cielo, que todos hemos experimentado ese sentimiento alguna que otra vez (algunos mucho más que otros… todo se ha de decir).
Y a estas alturas se preguntarán por qué el cubano flipado este ha escrito sobre el shaudenfreude ese… pues lo siento mucho por los curiosos, pero mi motivación es un secreto… confórmense con saber que en el momento que aprendí la palabra me di cuenta que la podía aplicar a tantas situaciones que he vivido que me espanté de la naturaleza de la raza humana. Hace poco fui a una excelente conferencia sobre cambio climático que impartió el presidente de la Sociedad Catalana de Química y el profesor sugirió que los seres humanos estamos “haciendo lo posible” por destruir el planeta… quizá antes de que eso pase, si se nos diera la oportunidad, no costaría mucho ver como nos aplastamos los unos a los otros.
El mago