Vengo con buenas noticias!! Después de los malos olores, de la poca limpieza, de la toalla podrida intentando dominar la casa y de la forma tan extraña que tiene de convivir… por fin se nos va la americana!!!
Con este anuncio tan simpático que he leído en el blog de una chica de Madrid me he decido a compartir mi experiencia sobre un tema del que los cubanos que siguen mi blog desde Cuba no tiene idea alguna. El tema resulta complicado y tiene un sin número de ángulos diferentes por los que puede ser analizado. Yo trataré de resumir, como siempre… para no aburrirlos. Hoy les hablaré entonces de los “pisos compartidos”.
Compartir piso actualmente, al menos aquí en España, no es cosa solo de estudiantes. La media de edad de los que comparten piso está en los 27 años y el incremento de esta modalidad de vida es producto de dos fenómenos fundamentales: Altos precios en el mercado inmobiliario y sueldos mileuristas con los que no se puede enfrentar una hipoteca.
Como todos sabemos, la convivencia es muy difícil, incluso cuando se convive con la propia familia, para que hablar de la suegra…jejeje…. pero el caso es que puede llegar a ser peor. Las historias que escucho a menudo sobre las cosas que pasan en los “pisos compartidos” son sin a veces hasta macabras.
Imagínense pues un apartamento de cuatro habitaciones con un inquilino en cada una. El resto de la casa es de uso común. Estas cuatro personas pueden no conocerse de nada (o pueden conocerse… pero no se que es peor). Cuatro persona que tienen un estilo de vida diferente, costumbres diferentes y, muy importante, tiene amigos o parejas… que pueden ser muchos o pocos, agradables o desagradables… entre otras cosas…. En resumen, la novela puede ser tan complicada como se quiera:
Confianza
En principio, si rentas una habitación en un piso, eso te hace tener derecho de disfrutar del mismo como si fuera tu propio piso. Pero que pasa cuando no confías en tus compañeros de piso? Cerrar tu habitación con llave? No dejar dinero sobre tu escritorio? Tener cuidado de donde te dejas el móvil?
Limpieza
La imagen que encabeza este escrito es el invento que tenemos aquí en mi piso para distribuir las tareas de la casa. Modalidades sobre como mantener la higiene del hogar donde se vive y convive hay muchas… pero por mucha planificación que se haga todo depende de las personas. Esta por ejemplo la llamada guerra del vaso perpetuo, el vaso sin fregar que siempre está y que nadie friega por un problema de “principios” en el que si se friega lo del otro se pierde la batalla. Ese vaso puede llegar a convertirse en todo un “performance” de vajilla sucia cuidadosamente colocada una sobre otra sobre la pica.
Mascotas
Un simple pez puede resultar inofensivo siempre y cuando no muera y su cuerpo pestilente “aromatice” la casa. Pero en los pisos de estudiantes podemos encontrar desde el simple perro o gato hasta el conocido hámster, hurones, tortugas y serpientes. Esto genera una carga adicional que la mayoría no está dispuesta a compartir.
Humo
Dentro de muy poco aprobarán la ley que prohibirá fumar en cualquier establecimiento público. Pero un piso compartido no llega a ser un establecimiento público y para los no fumadores resulta entonces un gran problema a la hora de encontrar compañeros de piso. En este apartado he puesto humo para hacerlo general, pues el humo aspirado en un piso de estudiante no solo es aquel rico en nicotina que todos conocemos, sino que también hay otros tipos de humos quizá menos legales.
Fiestas y amigos
Esto si es una cosas que no podemos pronosticar cuando nos mudamos a un piso compartido. Puede haber una fiesta con borrachera incluida tres veces por semana. Música de diferentes géneros sonando a la vez. Cero espacio para cocinar o ver la tele… y otras complicaciones adicionales siempre relacionadas con el espacio común invadido.
En mi experiencia actual, puedo decir que soy MUY afortunado. Vivo en un piso céntrico compartido con tres chicas y otro chico. Todos contribuimos a la limpieza, no hay la guerra del vaso perpetuo pues no nos importa fregar los platos de los demás cuando alguien tiene prisa y se los ha dejado. Hay respeto de los espacios. Los amigos de mis compañeros de piso son supererrollados. Hay confianza y respeto entre todos. No hay mascotas… ahh y el humo (sea cual sea) a mi no me molesta para nada.
Por eso, a pesar de los inconvenientes que tiene vivir en un piso compartido: Si no eres un tipo raro y tus compañeros de piso tampoco y eres flexible, es posible pasárselo en grande.
El mago
Con este anuncio tan simpático que he leído en el blog de una chica de Madrid me he decido a compartir mi experiencia sobre un tema del que los cubanos que siguen mi blog desde Cuba no tiene idea alguna. El tema resulta complicado y tiene un sin número de ángulos diferentes por los que puede ser analizado. Yo trataré de resumir, como siempre… para no aburrirlos. Hoy les hablaré entonces de los “pisos compartidos”.
Compartir piso actualmente, al menos aquí en España, no es cosa solo de estudiantes. La media de edad de los que comparten piso está en los 27 años y el incremento de esta modalidad de vida es producto de dos fenómenos fundamentales: Altos precios en el mercado inmobiliario y sueldos mileuristas con los que no se puede enfrentar una hipoteca.
Como todos sabemos, la convivencia es muy difícil, incluso cuando se convive con la propia familia, para que hablar de la suegra…jejeje…. pero el caso es que puede llegar a ser peor. Las historias que escucho a menudo sobre las cosas que pasan en los “pisos compartidos” son sin a veces hasta macabras.
Imagínense pues un apartamento de cuatro habitaciones con un inquilino en cada una. El resto de la casa es de uso común. Estas cuatro personas pueden no conocerse de nada (o pueden conocerse… pero no se que es peor). Cuatro persona que tienen un estilo de vida diferente, costumbres diferentes y, muy importante, tiene amigos o parejas… que pueden ser muchos o pocos, agradables o desagradables… entre otras cosas…. En resumen, la novela puede ser tan complicada como se quiera:
Confianza
En principio, si rentas una habitación en un piso, eso te hace tener derecho de disfrutar del mismo como si fuera tu propio piso. Pero que pasa cuando no confías en tus compañeros de piso? Cerrar tu habitación con llave? No dejar dinero sobre tu escritorio? Tener cuidado de donde te dejas el móvil?
Limpieza
La imagen que encabeza este escrito es el invento que tenemos aquí en mi piso para distribuir las tareas de la casa. Modalidades sobre como mantener la higiene del hogar donde se vive y convive hay muchas… pero por mucha planificación que se haga todo depende de las personas. Esta por ejemplo la llamada guerra del vaso perpetuo, el vaso sin fregar que siempre está y que nadie friega por un problema de “principios” en el que si se friega lo del otro se pierde la batalla. Ese vaso puede llegar a convertirse en todo un “performance” de vajilla sucia cuidadosamente colocada una sobre otra sobre la pica.
Mascotas
Un simple pez puede resultar inofensivo siempre y cuando no muera y su cuerpo pestilente “aromatice” la casa. Pero en los pisos de estudiantes podemos encontrar desde el simple perro o gato hasta el conocido hámster, hurones, tortugas y serpientes. Esto genera una carga adicional que la mayoría no está dispuesta a compartir.
Humo
Dentro de muy poco aprobarán la ley que prohibirá fumar en cualquier establecimiento público. Pero un piso compartido no llega a ser un establecimiento público y para los no fumadores resulta entonces un gran problema a la hora de encontrar compañeros de piso. En este apartado he puesto humo para hacerlo general, pues el humo aspirado en un piso de estudiante no solo es aquel rico en nicotina que todos conocemos, sino que también hay otros tipos de humos quizá menos legales.
Fiestas y amigos
Esto si es una cosas que no podemos pronosticar cuando nos mudamos a un piso compartido. Puede haber una fiesta con borrachera incluida tres veces por semana. Música de diferentes géneros sonando a la vez. Cero espacio para cocinar o ver la tele… y otras complicaciones adicionales siempre relacionadas con el espacio común invadido.
En mi experiencia actual, puedo decir que soy MUY afortunado. Vivo en un piso céntrico compartido con tres chicas y otro chico. Todos contribuimos a la limpieza, no hay la guerra del vaso perpetuo pues no nos importa fregar los platos de los demás cuando alguien tiene prisa y se los ha dejado. Hay respeto de los espacios. Los amigos de mis compañeros de piso son supererrollados. Hay confianza y respeto entre todos. No hay mascotas… ahh y el humo (sea cual sea) a mi no me molesta para nada.
Por eso, a pesar de los inconvenientes que tiene vivir en un piso compartido: Si no eres un tipo raro y tus compañeros de piso tampoco y eres flexible, es posible pasárselo en grande.
El mago
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